La celebración de los diez años de Tecnópolis se vivió en el parque de Villa Martelli --donde hoy inéditamente funciona un vacunatorio, y antes, un hospital para enfermos leves de covid-- con una mezcla de emoción y nostalgia por los tiempos de masividad, y angustia por un presente que se calificó de "muy duro", con la bandera a media asta y un minuto de silencio al comienzo del acto en memoria de los cien mil muertos por coronavirus. También con una impronta que es la marca de este espacio desde su nacimiento: una idea de futuro con inclusión que hace eje en el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la cultura, y que en este presente se revela vital. 

El acto en la soleada tarde del viernes contó con la presencia del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y las y los ministros de Cultura, Tristán Bauer, Ciencia y Tecnología; Roberto Salvarezza; Educación, Nicolás Trotta; Seguridad, Sabina Frederic; y Relaciones Exteriores, Felipe Solá. También estuvieron la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco; el secretario de Medios y Comunicación Pública, Francisco Meritello; el asesor presidencial Alejandro Grimson. La directora de Tecnópolis, María Rosenfeldt, compartió vivencias junto al primer director de Tecnópolis, Javier Grosman. El biólogo y divulgador Diego Golombek también repasó el significado de este espacio como hito para la ciencia y las y los científicos. Otras figuras como León Gieco y Adrián Paenza lo hicieron por video. Y desde un espacio aparte del parque para permitir el distanciamiento, e interconectados por medio de las pantallas, participaron otros invitados especiales de este acto: las y los trabajadores de Tecnópolis, a quienes se les reconoció el haber "resistido y defendido el parque" durante los cuatro años de macrismo.  

"Los primeros diez años menos cuatro de Tecnópolis", según definió León Gieco desde un video en el que también entonó "En el país de la libertad" fueron repasados desde el surgimiento mismo de la idea, por los presentes y por testimonios en video. Entre otros, el de Cristina Fernández de Kirchner: "Hay veces en que los sucesos son el resultado de una impensada confluencia de coordenadas históricas, coyunturas políticas y circunstancias personales e institucionales. Y el suceso de Tecnópolis fue precisamente eso", recuerda la vicepresidenta en el prólogo del libro de los diez años de este espacio, que también se presentó en el acto. 

Evoca entonces cómo este lugar surgió a partir de la negativa del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (por entonces encabezado por Mauricio Macri) de habilitar un espacio en la Avenida Figueroa Alcorta para una feria de ciencia y tecnología que duraría unos pocos días, como epílogo de los multitudinarios festejos del Bicentenario en la 9 de Julio. Impensadamente, según se recordó, varios funcionarios terminaron haciendo recorridos en helicóptero para encontrar otro lugar, hasta ubicar este predio donde había funcionado un cuartel militar. No se imaginaba entonces que la muestra alcanzaría esta dimensión y esta permanencia en el tiempo.   

"Todavía recuerdo la discusiones con Néstor, que me decía: “¿Para qué vas a hacer eso de Tecnópolis? ¡Si ya salió bien lo del Bicentenario!”, rememora también la vicepresidenta. "Por supuesto, como siempre, en este tipo de actividades y preparativos me secundaba Oscar Parrilli, quien muchas veces debía soportar los retos de Néstor que le decía: 'Le hacés perder tiempo a Cristina con estas cosas. Y sólo van a conseguir empañar el éxito histórico de los festejos del Bicentenario'. Huelga recordar, como ya lo hice en Sinceramente, que los mismos argumentos y reproches los escuchamos estoicamente, Oscar y yo, durante toda la planificación y preparativos de los festejos del Bicentenario".

El apagón y la reconstrucción 

“Veía una frase que a mí me significaba mucho y que es ‘Vuelve Tecnópolis’. Y yo la quiero encadenar: hay vacunas, por eso vuelve Tecnópolis y vuelve el futuro”, puso en contexto Cafiero. “Cristina sabía muy bien que sembrar ciencia y cultura es sembrar soberanía. Lo que tal vez no sabía es que en Tecnópolis iba a ser el testimonio de una época de la Argentina. Tecnópolis también se adaptó al tiempo que nos tocó vivir y creo que empieza ahora otra etapa. Tenemos que volver a poner a esta megamuestra en ese lugar, expresando futuro”.

“Después de la tierra arrasada que nos dejó el macrismo, estamos nuevamente en un momento de reconstrucción. Asumimos hoy ese compromiso de los primeros días de dar lo mejor de nosotros, para avanzar en las ideas de la justicia social, de la independencia y de la soberanía, para construir una Argentina más justa”, sumó Bauer, agradeciendo al presidente Alberto Fernández "la sensibilidad con la que está sosteniendo el arte y la cultura". Para Salvarezza, “Tecnópolis permite establecer un diálogo democrático con los ciudadanos, para que puedan conocer en qué trabajan sus científicos y científicas”. 

Se calcula que en estos diez años pasaron por este parque 30 millones de personas. Más allá de las épocas y circunstancias, la megamuestra de ciencia, tecnología, cultura y arte quedó instalada como la más importante de Latinoamérica. Los videos y testimonios del despliegue y la masividad, los agradecimientos de la gente por el sentido de inclusión de este espacio, marcaron los pasajes más emotivos del acto. 

Pero también impactaron otras imágenes, como la del momento en que Tristán Bauer ingresó al parque y encontró las figuras gigantes de San Martín, Belgrano y del personaje de Zamba tiradas y rotas, entre pastizales crecidos. "Ver aquella imagen tan nítida de la destrucción nos causó profunda tristeza. Parecía el resultado de una batalla y era esa, al mismo tiempo, la expresión cabal del odio", recuerda el ministro en el prólogo del libro.

"Estamos emocionados, y Tecnópolis nos ha hecho llorar muchas veces", observó Golombek. "El primer llanto fue en 2010, el último en noviembre de 2015. En el medio, pasó de todo. Lo más increíble, el modo en que se fue en contra de las encuestas que decían que la ciencia no le interesa a nadie". "Apareció Tecnópolis y vimos que había un lugar donde los científicos podíamos contar lo que hacíamos. El Estado nos convocó para contar nuestro trabajo, y fue un éxito. En Tecnópolis fuimos felices", resumió su experiencia. También dejó un símbolo del cambio del gestión: "La Nave de la Ciencia pasó a ser la Nave del Circo. No tenemos nada contra el circo, a mí me gusta mucho. Pero el cambio de nombre fue muy significativo del cambio de mirada  sobre este espacio, sobre la ciencia y sobre el país". 

Adrián Paenza, desde Estados Unidos, envió sus palabras por video: "Tecnópolis ha significado uno de los momentos más felices de mi vida. Allí he visto a los chicos aprender a programar con un juego de un tablero dibujado en el piso", volvió a sorprenderse. 

El testimonio de Laura Szenkierman, una de las trabajadoras de Tecnópolis, sintetiza mucho de lo expresado en esta tarde: "Yo fui una de las que resistió en el macrismo, aunque me mandaron a otro lugar, no la pasé bien", le cuenta a Página/12 al final del acto. "Muchos otros compañeros y compañeras no pudieron, a muchos los echaron o se terminaron yendo. Hoy varios de ellos vinieron para estar presentes, aunque ya no trabajan más acá, se sienten parte de este espacio. Y todos nos dijimos feliz cumpleaños".